
Fue justo antes del amanecer en mi mundo.
Ya no podías escuchar
los chillidos de transeúntes asustados
o los gritos furiosos de los protestantes
o los llantos de personas heridas.
Solo estaban los pasos de un hombre
que finalmente había castigado a los que le traicionaron.
El silencio se rompió
por algo que los vecinos dirían luego
que sonó como un disparo.
Pero él sabía
que era el sonido de la venganza.














